Sam Childers creció con un padre violento y una madre muy devota, quizá por ello su vida es una contradicción. Adicto a las drogas y a las mujeres, acabó convirtiéndose en un motorista narcotraficante. Algunos años después, Sam se incorpora al ejército y forma parte de un equipo cuya misión consiste en recorrer las zonas más peligrosas de Sudán y de Uganda para rescatar a los niños huérfanos y a los niños-soldado.
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